El teniente Aldo Garrido, asesinado a mansalva por dos o tres rateros y ascendido post mortem a un grado superior de la Policía Bonaerense, es también víctima de un sistema obsoleto, ineficiente y corrupto.¿Quiénes más son responsables indirectos, institucionales, de su absurda inmolación?Antes de responder, les pido que lean algunas reflexiones, forzozamente sintetizadas.
1. Todo agente u operador de seguridad - policía, bombero, socorrista, médico de emergencias, médico en guerras o epidemias, operador de defensa civil, agente de tránsito, rescatista, guardavidas - es formado en todo el mundo con un protocolo de intervención cuya PRIMERA regla es "Proteja su propia seguridad". En todo el mundo, menos aquí, salvo unas pocas agencias. La regla tiene una fundamentación simple: Si usted resulta afectado, inmovilizado, herido o muerto no puede ayudar a nadie.
2. El área de Violencia Institucional del Centro de Estudios Legales y Sociales, que dirige el doctor Gustavo Palmieri, investiga y publica regularmente los casos de policías muertos en enfrentamientos desde hace casi 15 años. Las conclusiones - jamás objetadas - son dramáticas: Indefensión, intervenciones ilógicas en relaciones de fuerza claramente desventajosas, agentes muertos estando francos de servicio armados y uniformados, escasa o nula instrucción y práctica en el uso de armas, rutinas de patrullaje obsoletas y de altísima exposición, muerte de rehenes o transeúntes en tiroteos evitables.
3. La crónica de intervenciones desatinadas que costaron la vida de suboficiales y, en algunos casos, de altos oficiales, además de transeúntes o rehenes, a lo largo de más de dos décadas nunca ha servido para revisar y actualizar los protocolos, reformar las arcaicas y verticales organizaciones policiales, promover la agremiación de los policías, modernizar la formación, descentralizar los presupuestos operativos, gerenciar programas de mejora de la calidad. Nada. Solamente quedaron como anécdotas trágicas. Pero cuando la tragedia se banal iza deja de ser tragedia, deja de ser problema. Se arregla con una medalla y algunos aullidos contra los derechos humanos, y la reivindicación de "más poder de fuego, más facultades", etc. Se reclaman "facultades" cuando lo que se necesitan son "habilidades", que no es lo mismo ¿Recuerdan el grotesco "metan bala" de Ruckauf? Bueno, empezaron a caer policías como moscas. Es que los delincuentes también escucharon la exhortación del entonces gobernador.
4. Las intervenciones desatinadas con resultado trágico - y esto es lo que ni los policías, ni los funcionarios, ni los Blumbergs de turno quieren ver - tienen para los expertos un modelo repetitivo, del cual con absoluta contumacia nadie parece querer tomar nota: Entrar solo y descuidado a un local en lugar de pedir refuerzos y esperar desde un punto panorámico protegido, no observar todas las entradas y salidas, no usar chaleco, responder apresuradamente al fuego, revelar la posición, etc. La cultura organizacional que sustenta estas intervenciones también responde a un modelo repetitivo: Selección cero, formación cero, protocolo cero, rutina y escala de uso de la fuerza cero. Policías muertos, muchos. Cambio, cero.
5. Cuando el licenciado Marcelo Saín fue subsecretario de Seguridad en la Provincia y quiso avanzar en estas cuestiones perdió el puesto. "Je - decían los 'porongas' de la bonaerense - a ver si este universitario nos va a venir a enseñar a nosotros cómo trabajar". El poder político sigue desertando de hacerse cargo de las estrategias integrales de seguridad, sigue otorgándoles autonomía a las corporaciones policiales, y mientras tanto simula ocuparse corriendo detrás de las demandas inútiles y escandalosas de cierta "opinión pública", descuajeringando el Código Penal y desfinanciando los programas de prevención situacional y social.
6. Por supuesto, cuando un policía es asesinado, la opinión pública sale a pedir mano dura y la proclamación informal del estado de sitio. Lo hacen, muchos, de buena fe. No hay nadie que les diga que eso es inútil.
7. A la opinión pública conviene no mentirle diciendo que el homicidio del capitán Garrido está "resuelto y esclarecido" porque identificaron y detuvieron a los presuntos homicidas. Lo que no está resuelto y no está esclarecido es por qué este buen policía cayó en una trampa mortal. Hasta que no se indague esto y se modifique lo que debe modificarse, los policías de calle seguirán siendo blancos móviles, inermes, vulnerables. Y los ciudadanos de las cercanías, tambén.Garrido merece más que una medalla póstuma. Merece una reforma integral que lleve su nombre.
1 comentario:
Publicar un comentario